jueves, 2 de julio de 2009

UN MARCIANO VERDE Y CON ANTENAS

Tengo la mala costumbre de creer que mañana por fin haré todo lo que he ido postergando cada día de esta semana. Tengo la mala costumbre de decir "esta noche te llamo" cuando sé que es más que probable que esta noche no te llame, y puede que mañana tampoco. De mirarme en el espejo todos los días esperando encontrar hoy, porque sí, eso que siempre he querido ver. De asegurarme cada mañana, cuando suena el despertador e intento incorporarme no siempre con éxito, que esta noche me iré antes a dormir. De prometerme que la próxima vez podré dejarme llevar, por lo menos un ratito, y creer que soy capaz de controlar mis pensamientos y sentimientos.
Tengo la mala costumbre de convencerme a mí misma de que a partir de mañana voy a mantener mi casa ordenada mientras lanzo los zapatos a cualquier rincón de la habitación y alzo montañas de ropa en mi butaca. La mala costumbre de tener 5 libros en la mesilla que leo desordenadamente, y luego nunca sé de qué libro era ese texto que pude sentir en mi propia piel (aunque me prometa que los voy a marcar, porque esto tampoco consigo hacerlo; mañana lo hago seguro).
La mala costumbre de dormirme con una sonrisa pensando en imposibles y de reconocerme/te en todas las canciones que me gustan (incluso en algunas que no me gustan), y que escucho incesantemente hasta agotarlas. De creer en el amor incondicional: ese que hoy sabe que es para siempre y que su honestidad le hace incapaz de prometerte mañana. De aferrarme a la esperanza de que un día, de repente, te des cuenta de que te has equivocado, o que me descubras de verdad (suponiendo que esto es bueno, claro), y decidas que quieres tenerme a tu lado.
Tengo la mala costumbre de pensar que igual la gente se toma la molestia de ver qué hay detrás de esta apariencia de fortalezas y seguridades, y de esforzarme por conocer un poco más a gente que sé que no valoran que quieras llegar a ellos, y aún así seguir desilusionándome cuando esto ocurre.
Tengo la mala costumbre de no dejar ni un sólo día de pensar en ti, aunque sea un segundo (que, sinceramente, siempre es más), y divagar durante horas entre ideas tontas y muy razonables para finalmente rendirme ante cualquier conclusión y marcharme otra vez tarde a la cama, leer (hoy toca el de relatos cortos de Roberto Bolaño ¿o ese lo leí ayer?), apagar la luz y encender la música para volver a reconocerme/te en esas canciones que tanto me gustan y que no dejo de escuchar incesantemente, mientras sonrío con mis imposibles pensando que que estas malas costumbres desaparezcan es tan improbable como que mañana un marciano verde y con antenas me traiga el desayuno a la cama.

2 comentarios:

pájarosporlaboca dijo...

A mí esta mañana me ha despertado y me ha traído unas tostadas con mermelada.Es muy simpático..

Cosas Que Nunca Te Dije dijo...

ya podía yo esperarle...si estaba en tu casa. Devuélveme a mi marciano!