martes, 21 de julio de 2009

INTERMINABLE

Me aburre despertar sin respiraciones a mi lado, y saber que hoy de nuevo pondré la música tan alta como para no escuchar mis pesarosas ideas. Me aburre pasar el día pegada al teléfono hablando de cosas que no me importan lo más mínimo, y salir de trabajar cuando ya casi ha anochecido. Me aburre descubrir que dejo pasar las horas sin esperar que ocurra algo que haga que el día de hoy sea especial y lo distinga de los últimos 2oo días. De que la tele sólo sea el eco que retumba en mi cansancio, y el ordenador el canasto de la ropa sucia de mis verdades. Me aburre leerme y no saber qué contarte. No saber por dónde empezar y no saber cómo acabará todo esto. Me aburre pensar tanto y lo mismo, e intentar no pensar sin éxito. Me aburre no usar mis ilusiones, no aprovechar mis ganas, y no poder remediar que se adormezcan mis sentidos. Me aburren las noches y los días, de lunes a viernes, y empiezan a aburrirme también los sábados y los domingos. Me aburren los planes que dejo de hacer y no hacer los que creo que me apetecía hacer. Me aburre escucharme lamentándome por estar tan cansada, y por no tener tiempo para hacer cosas tan tontas como pintarme las uñas de los pies o ponerme una mascarilla relajante. Me aburre lo que me cuentas, lo que me pides y y saber que sabes que lo haré. Me aburre morderme la lengua cuando lo que quiero es gritarte que me aburres con tu repetitivo discurso. Me aburre saber que os importo tan poco como vosotros a mí, y aún así que todo esté bien. Me aburren las sábanas revueltas por séptimo día consecutivo, los platos sucios en la pila otra noche y la ropa ya limpia y seca que seguirá colgada unos cuantos días más. Me aburren estos días eternos que siempre son el mismo, las mentiras piadosas con las que me acuno hasta conciliar el sueño, y la ausencia de tus dedos subiendo por mis muslos. Me aburre el bochorno insoportable de julio en madrid, y el puto aire acondicionado a 15º que no soportaríamos en invierno. Me aburren sus gritos y tus silencios, mis oidos sordos a sus voces y ante tu indiferencia. Me aburre que no estes aquí y no poder contarte que me aburro para que me propongas el plan perfecto que acabe con este día interminable. Plan que empieza por respirarme en la nuca mientras te revuelvo el pelo, que pasa por saborearte las pecas y arañarte la espalda, y que termina clavándonos las pupilas mientras se derrama el sentido de cada minuto.

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