domingo, 24 de enero de 2010

INCONEXA

Adoraría poder ver la vida de una forma más sencilla y no detenerme más de la cuenta leyendo entre líneas, pero entonces dejaría de ser yo, y hay días en los que pienso que ser yo no es tan malo. Me gusta hacer alguna cosa sola como pasear, ir al cine o escaparme a alguna playa perdida. Me encanta sentirme en mi sitio cuando estoy rodeada de mi gente y cuando estoy sola en medio de la nada. Me gusta escuchar más que hablar, y sin embargo hablo mucho, a veces demasiado. Odio el olor a tabaco, pero me gusta fumar aunque hay días que me da asco. Sé que puedo hacer aquello que me proponga pero me da miedo tener demasiados pájaros en la cabeza. Pienso más de lo necesario y no dejo de hacer planes, cuando sé que si hago sólo uno ya será una suerte. Me da igual lo que piensen de mí, pero no quiero que dejen de pensarme. A veces tengo la sensación que hay algo diferente aquí dentro, pero me temo que todos lo creemos. Soy extremadamente sensible, tanto que llego a dejar de sentir de tanto que he sentido. Me empeño en vivir historias que no existen y dejo pasar las que están delante de mis narices. Me prometo que voy a coger el próximo tren, pero le he cogido demasiado cariño al banco en el que lo espero sentada. Siempre decido lo que voy a hacer a última hora y siempre es lo que había pensado desde el primer momento. No sé ahorrarme las incertidumbres, los rodeos, las preocupaciones, y al final creo que da igual todo ese camino porque acabaré haciendo/siendo lo que sea que tengo dentro. Creo en el amor incondicional, y estoy segura de que este amor no es sano. Me cuesta sacar a la gente de mi vida, aunque duela más la presencia que la ausencia. No sé abreviar, ni resumir, porque los detalles me parecen lo más importante, y si no los hay, yo me los invento ya que son lo que hacen especial cada historia. No me gustan los titulares, ni las etiquetas, porque los prejuicios hacen que nos perdamos demasiadas cosas. Tengo una teoría que dice que una persona es en esencia lo que has sentido en la primera impresión, aunque creo que nos equivocamos demasiado a menudo cuando interpretamos esas sensaciones. No hay decisiones malas puesto que siempre las tomamos con la intención de mejorar, y los errores son la base de los futuros aciertos. No tengo claro quién soy, ni qué quiero, ni dónde quiero llegar, y qué? Lo único que tengo es este segundo y para cuando decido qué quiero hacer con él, ya ha pasado. Tengo mil contradicciones que me hacen inconexa y unos cuantos principios que me hacen coherente. Tengo un millón de dudas sobre mí y sobre lo que empieza donde terminan mis manos. También tengo algunas cosas claras, como que algunas canciones me mueven por dentro más que todas las palabras del mundo, pero mucho menos que sentir la respiración de la persona a la que quiero en el cuello y sus manos en mi cintura.

miércoles, 13 de enero de 2010

MIS MONSTRUOS

En esto estamos de acuerdo: apagar fuegos en medio del oceano no tiene sentido. Entérate, tiene el mismo sentido que maquillar tu reflejo o ponerle las mejores galas a tu sombra. Ahora lo sé. No hay respuestas ahí fuera, desde luego tú no me las vas a dar (aunque tampoco te hubiera costado tanto). No hay peros. Ni aunque llueva. Sí, lo sé, es un rollo, no para de llover. Y desde luego nadie va a matar monstruos por ti. No hoy. Así que sal con ellos a plantarle cara a la tormenta.
Creo que he visto algo parecido a una sonrisa en los charcos.
Y era yo. No está mal.
Cuando vengas preparada para cazar, te estaré esperando con una sonrisa y con todos mis monstruos, que ya son tan yo como mis dedos. Te invito a una cerveza y a una escapada para perdernos en la playa de los muertos. Es el mejor lugar para apaciguar a las bestias. Creéme.
Y todo lo que cazaremos serán los minutos que queramos guardar por si...mañana.
P.D. Deja el reloj en Madrid.

lunes, 11 de enero de 2010

AHORA DUÉRMETE

Aquí estás otra vez. Susurrándome. Buscando mi paz. Y yo te escucho, te tranquilizo, te cuento, me cuentas. Ya no hace falta decir nada. Sólo estar aquí. Al otro lado del teléfono, metidos en la cama, con los ojos cerrados, escuchándonos respirar. Y de repente tienes que decir esas palabras. Esas que me moría por escuchar en tu voz. Yo también quiero estar en tus sábanas, meciendo tus ansiedades hasta que te duermas en mis brazos invadido por la calma que me provoca tu olor. Pero te pido que no me lo digas más. No puedo escuchar cómo quieres tenerme contigo, porque tú sólo quieres mi sosiego, sólo necesitas mi tranquilidad. No me hagas hablar. No me hagas decirte que yo quiero quedarme contigo, pero no sólo esta noche. También quiero todas las demás. Y seguimos hablando bajito, sin querer colgar. Sin querer abandonarnos. Tú porque no quieres quedarte solo, y yo porque no quiero perderte una vez más. Por favor no lo digas. Sólo vamos a escucharnos respirar. A dormirnos, tú alejado de tus miedos, yo disfrutando de poder dormirme con tus susurros una noche más.

viernes, 8 de enero de 2010

DÍAS SIN TI

En días como éste
una se levanta sola
y piensa en lo frías que están
las sábanas
sin ti
En días como éste
a una le dan ganas
de salir a la calle
y pedir por favor
que vengan a acurrucarse
en esa esquina del sofá
que lleva demasiado tiempo
sin ocupar
En días como éste
no me atrevo a pedirte
que vuelvas a respirarme
en el cuello
porque hace tiempo
que nos hemos ido
aunque pueda cerrar los ojos
y volver a olerte
en días como éste.

jueves, 7 de enero de 2010

**********

¿va a venir alguien a asomarse
a mi ventana?
a lanzarme una sonrisa tonta
de esas que se contagian
como los bostezos
y a veces terminan
en carcajada.
Mientras no llega,
ensayo cada mañana
unas palabras para mis ganas
pero me encuentro con el silencio
acurrucado en la almohada

luego dejo de pensar
o pienso que es mejor no pensar
pensar qué siento
y sentir que no siento
aunque algo, aquí dentro,
sigue latiendo
y pienso que es sólo inercia
que acompasa mi respiración
es una maquinaria
perfectamente engrasada
que va a seguir pensando
que debe seguir trabajando
sin pensar si yo quiero
seguir latiendo
respirando
aunque no encuentre las palabras

y dejo de pensarlo
y sigo sin encajarlo
y me encuentro de nuevo esperando
-aunque hace ya tiempo
que me propuse
echar de mi casa
a doña esperanza-
a que alguien venga
y se asome a mi ventana
con una sonrisa tonta
de esas de café y legañas.