Si me hubieras prestado tus oídos, tan sólo unos segundos, quizás habría encontrado las palabras para que no te escaparas entre silencios. O quizás no.
Si me hubieras mirado más allá de mi frágil figura pisando firme, quizás habrías podido dejar de verme caminando en dirección opuesta a tus pasos. O quizás no.
Si me hubieras acariciado por debajo de la piel, quizás habría podido fundirte con mis sentidos y llevarme tu alma en un revuelo desde la tripas hasta el cerebro. O quizás no.
Si pudiera dejar de pensar qué fue lo que no hice, o hice, o no hiciste o no quisiste hacer, quizás podría dejar de visitarte entre podrías, habrías y quizás.
O quizás no.
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