Esperando que fuera un hasta luego, nos dijimos un adiós.
Después de tantos años, el mundo ni se paró.
La distancia más lejana que puede tener el amor,
que duerme en la misma cama y ya no siente el calor.
La puerta seguía cerrada, a un lado tú y al otro yo,
y escondía los temores que no supimos compartir
ninguno de los dos.
Recibía las mañanas sola en esta habitación,
sin darme cuenta te buscaba en ese lado del colchón.
El silencio se hizo inmenso en esta casa para dos,
que juntos construimos y que sin más se derrumbó.
Ahora miro al pasado desde este mismo rincón,
y sigo durmiendo, ya sin buscarte
en el mismo lado que dormía antes de nuestro adiós.
No te niego que echo de menos cuando estaba en el salón
y esperaba a que llagaras
que bailáramos esa canción
con la que recorrimos cada metro de este escenario que presenció
todas las risas, conversaciones, besos y abrazos
que hoy guardo en un cajón.
Después de un año entero sobreviviendo a este dolor
decido abrirlo despacio presa de algún temor.
Me asomo con algo de miedo
para descubrir una sensación
que como siempre viene mezclada
añoranzas, recuerdos, peleas, abrazos y aquel adiós.
Sólo puedo estar agradecida de lo vivido
en este piso para dos
porque cada rincón son mil recuerdos
y todos son el mejor.
Lo mejor que puedo guardar de lo que fuimos tu y yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario