domingo, 28 de octubre de 2012

Una especie de conclusión

No consigo ver más allá. Y mira que lo intento. Quiero ver lo que ven, de verdad que quiero, para eso estoy aquí. Pero no puedo, no sé. Te faltan tantas cosas. No he parado de pensar y pensar qué fallaba, qué te faltaba, qué me faltaba. Y así, en un minuto, he pensado en ti mientras escribía, ya sabes, ese tipo de ejercicio de escribe lo primero que te venga a la cabeza, y ¡Plop! ahí estabas. Una vez más apretando las tuercas. Haciendo lo fácil difícil, lo difícil más difícil, y lo sencillo aburrido.
Ésta soy yo, y estoy contenta de reencontrarme.


Te falta intriga.
Te falta oscuridad y alevosía.
Te sobra decencia y buen vivir.
Te sobran cafeterías perfectas.
Te faltan tugurios,
y gente con cicatrices.
Me sobran los fuegos artificiales
y los vestidos ajustados de colores chillones.
Demasiado maquillaje.
Demasiado tacón.
Poco gusto, hasta para lo salvaje.
Te falta decadencia,
humo, sudor y alcohol,
del de verdad,
del redentor, el destructor,
el que te mata y te hace sentir vivo.
Te sobra alegría e indiferencia,
Te falta caracter y dolor.
Me sobra calma, palabras cobardes,
y caras en tonos pastel.
Te faltan musas, encanto,
situaciones extrañas,
discusiones absurdas y almas arrugadas.
Me falta el dulce pesar de la destrucción.




Claro queda que han hecho bien el trabajo de borrar toda huella de lo que una vez fue.




Demasiado brillo.







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