Hoy ha atronado en tu habitación y el eco te ha recordado mi nombre. Los efluvios de la tormenta han llegado hasta mis pies y se han colado por las alcantarillas de mis debilidades. He secado tus lágrimas y mecido tus flaquezas. Te has nutrido de la sal de mis palabras para fortificar tus raíces que siempre acaban rompiendo el parquet de mi estómago.
Con los cimientos desgarrados y las manos agrietadas por tu llanto me tumbo al sol de julio para reparar los daños. Me convezo de que soy fuerte para reponerme, pero para conseguirlo, mejor no pienso en tu próxima tormenta.
1 comentario:
El sol de julio es un antídoto necesario, porque las tormentas de verano son más fuertes y rabiosas que las de invierno.
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