domingo, 26 de julio de 2009
UNA CANCIÓN
Tengo los nudillos en carne viva de llamar a tu puerta, la piel la dejé debajo de tu felpudo por si querías que volviera. Tengo las uñas rotas de trepar soledades y los ojos apagados de intentar volver a verte. La lucidez me traiciona y te imagino respirando otros labios y fundiendo con saliva otro cuello. No me digas que te acuerdas de mí que soy idiota y te creo y me planto a tus pies con aire digno y firme, pero hecha añicos por dentro, repitiendome tonta de mí porque sé que me iré con sólo unas migajas en las manos y lágrimas en la cartera. Venderé mi alma a cualquier mentira que me permita llegar a mañana y sobrevivirte una noche más. Y cuando amanezca ya sin alma me dispararé justo en la sien con las verdades que han inundado mi baño y empañan los cristales que no me dejan adivinar qué hay al otro lado. Aunque sinceramente pienso que me importa una mierda lo que haya ahí fuera, si mi cama sigue vacía. Me arderan los nudillos cuando saque las migajas de los bolsillos para aferrarme a cualquier tontería y no tener que trepar más sombras que ya son tan grandes que no me distingo bajo el sol de las tres de la tarde. Me vuelven a cegar tus pocas palabras, más que toda la luz del soleado mes de julio. Escalaré hasta la azotea para ver si te diviso entre los tejados de esta ciudad inmesa que hace imposible que me cruce contigo en cualquier esquina. No me cuentes más milongas me repito de vuelta a estas sábanas sucias y revueltas que huelen a sal y maldades, las más crueles que yo misma clavo en mis heridas todavía abiertas. Cargaré el tambor y dispararé una vez más, me da igual si con verdades o mentiras, pero directo a la sien y esta canción acabará con un telón rojo, tan vivo como la sangre de mis nudillos.
sábado, 25 de julio de 2009
Te propongo un plan
Yo cierro los ojos y me duermo. Me duermo unas horas, unos días, unos meses y desaparezco. Y tú respiras, y luego te asfixias, y empiezas a recordarme y a echarme de menos y me buscas, y me encuentras, y me despiertas...
Y TODO HA SIDO UN SUEÑO.
Y TODO HA SIDO UN SUEÑO.
ÚLTIMAMENTE
No me importa que el viento ya no me haga sentir más ligera, o que el sol no me llene de energía. No me importan los rincones revueltos y las cosas a medio hacer. Que no sea capaz de decirte qué pienso, que ni siquiera sepa qué quiero. Que no sepa cómo contar mis pasos sin repetir constantemente las palabras cansancio y soldedad. Que desastre sea una descripción perfecta, y que aburrimiento ya no sea un desconocido. Que me de igual que sea lunes o domingo, y que me alegre que llueva porque me siento comprendida cuando el día también está gris. Que no sienta nada cuando te tengo delante y me angustie que no estés. Que creo que sólo te he inventado, y que estoy harta de esperar. Que te busco mientras digo que uno no busca, uno encuentra, y que sólo encuentre la mitad de mi reflejo cada mañana. Que tenga la garganta llena de ruidos y las manos vacías. Que le olvide y te recuerde, y te olvide y le recuerde, y ya no sepa qué debo recodar y qué debo olvidar, y al final acabe olvidándome de mí misma.
Da igual cuánto revuelva las sábanas...
...nunca te volveré a encontrar en ellas. No importa las paredes que levante a mi alrededor, siempre encuentras un resquicio para colarte y dejarme las entrañas rasgadas. Que más da cuánto desee cerrar los ojos y que todo desaparezca, que yo misma desaparezca, siempre me reencuentro en el reflejo del espejo de mi habitación. Que más da cuánto me hiere que a ti no te importe que me duela la piel y que me atemoricen las sombras gigantes que han enguyido mi propia silueta, sigo esperando esas palabras.
Da igual los mares que te dedique y los deseos que pululan mis mañanas, mis sonrisas, sinceras o fingidas, siempre acaban conviértiendose en una grieta que me parte en dos. No importa cuánto anhelo que vuelvas a alojar mis recovecos y me devuelvas los sentidos, sigo inherte, estéril y aséptica. Qué más da que me pesen las ganas, las cajas que se apilan en mi terraza, las bolas de polvo que se pasean por mi pasillo, la nevera vacía y las lágrimas cansadas de contenerse, mañana seguiré sin encontrarte entre mis sábanas.
Da igual los mares que te dedique y los deseos que pululan mis mañanas, mis sonrisas, sinceras o fingidas, siempre acaban conviértiendose en una grieta que me parte en dos. No importa cuánto anhelo que vuelvas a alojar mis recovecos y me devuelvas los sentidos, sigo inherte, estéril y aséptica. Qué más da que me pesen las ganas, las cajas que se apilan en mi terraza, las bolas de polvo que se pasean por mi pasillo, la nevera vacía y las lágrimas cansadas de contenerse, mañana seguiré sin encontrarte entre mis sábanas.
...
Silencios y vacío
Tormentas, ecos y un mar
Navego pero nunca llego a tu orilla
Y me pierdo
Más vacío
Más silencios
y mares más grandes
lejanos a cualquier orilla
Tormentas, ecos y un mar
Navego pero nunca llego a tu orilla
Y me pierdo
Más vacío
Más silencios
y mares más grandes
lejanos a cualquier orilla
martes, 21 de julio de 2009
INTERMINABLE
Me aburre despertar sin respiraciones a mi lado, y saber que hoy de nuevo pondré la música tan alta como para no escuchar mis pesarosas ideas. Me aburre pasar el día pegada al teléfono hablando de cosas que no me importan lo más mínimo, y salir de trabajar cuando ya casi ha anochecido. Me aburre descubrir que dejo pasar las horas sin esperar que ocurra algo que haga que el día de hoy sea especial y lo distinga de los últimos 2oo días. De que la tele sólo sea el eco que retumba en mi cansancio, y el ordenador el canasto de la ropa sucia de mis verdades. Me aburre leerme y no saber qué contarte. No saber por dónde empezar y no saber cómo acabará todo esto. Me aburre pensar tanto y lo mismo, e intentar no pensar sin éxito. Me aburre no usar mis ilusiones, no aprovechar mis ganas, y no poder remediar que se adormezcan mis sentidos. Me aburren las noches y los días, de lunes a viernes, y empiezan a aburrirme también los sábados y los domingos. Me aburren los planes que dejo de hacer y no hacer los que creo que me apetecía hacer. Me aburre escucharme lamentándome por estar tan cansada, y por no tener tiempo para hacer cosas tan tontas como pintarme las uñas de los pies o ponerme una mascarilla relajante. Me aburre lo que me cuentas, lo que me pides y y saber que sabes que lo haré. Me aburre morderme la lengua cuando lo que quiero es gritarte que me aburres con tu repetitivo discurso. Me aburre saber que os importo tan poco como vosotros a mí, y aún así que todo esté bien. Me aburren las sábanas revueltas por séptimo día consecutivo, los platos sucios en la pila otra noche y la ropa ya limpia y seca que seguirá colgada unos cuantos días más. Me aburren estos días eternos que siempre son el mismo, las mentiras piadosas con las que me acuno hasta conciliar el sueño, y la ausencia de tus dedos subiendo por mis muslos. Me aburre el bochorno insoportable de julio en madrid, y el puto aire acondicionado a 15º que no soportaríamos en invierno. Me aburren sus gritos y tus silencios, mis oidos sordos a sus voces y ante tu indiferencia. Me aburre que no estes aquí y no poder contarte que me aburro para que me propongas el plan perfecto que acabe con este día interminable. Plan que empieza por respirarme en la nuca mientras te revuelvo el pelo, que pasa por saborearte las pecas y arañarte la espalda, y que termina clavándonos las pupilas mientras se derrama el sentido de cada minuto.
miércoles, 15 de julio de 2009
TUS TORMENTAS
Hoy ha atronado en tu habitación y el eco te ha recordado mi nombre. Los efluvios de la tormenta han llegado hasta mis pies y se han colado por las alcantarillas de mis debilidades. He secado tus lágrimas y mecido tus flaquezas. Te has nutrido de la sal de mis palabras para fortificar tus raíces que siempre acaban rompiendo el parquet de mi estómago.
Con los cimientos desgarrados y las manos agrietadas por tu llanto me tumbo al sol de julio para reparar los daños. Me convezo de que soy fuerte para reponerme, pero para conseguirlo, mejor no pienso en tu próxima tormenta.
Con los cimientos desgarrados y las manos agrietadas por tu llanto me tumbo al sol de julio para reparar los daños. Me convezo de que soy fuerte para reponerme, pero para conseguirlo, mejor no pienso en tu próxima tormenta.
martes, 14 de julio de 2009
SUMAS Y RESTAS
Ya casi no recuerdo el sonido de tus pisadas en el pasillo, aunque tus zapatos sigan debajo de mi cama. Me cuesta recordar tu olor en la almohada, aunque jamás olvidaré como te encontraba al hundir mi nariz en tu sudadera azul, que todavía sigue en mi armario y que ha sido conquistada por el olor a mango y manzana del ambientador. Si le dedico unos segundos todavía puedo revivir la sensación de respirar profundamente y difuminar mis iras al saber que estabas al otro lado del teléfono, y la de que nada era importante cuando sabía que con sólo mover mi mano unos centímetros podía rozarte.
Hoy me cuesta creer que alguna vez estas paredes fueron nuestras, y a veces me cuesta aún más creer que no cruzarás la puerta de un momento a otro. Tú nombre todavía es algo mío, y tu camino hoy es sólo tuyo.
Hemos olvidado las promesas, y las frases tontas de las que nos reíamos al suponer que podríamos llamar con nombres absurdos pero absolutamente nuestros a otras personas. Hemos dejado que los días pasen mientras encajamos nuestra decisión en esto que es nuestro nuevo presente.
Tu vida ya es sólo tuya. Y la mía...no sé muy bien de quién.
Hoy me cuesta creer que alguna vez estas paredes fueron nuestras, y a veces me cuesta aún más creer que no cruzarás la puerta de un momento a otro. Tú nombre todavía es algo mío, y tu camino hoy es sólo tuyo.
Hemos olvidado las promesas, y las frases tontas de las que nos reíamos al suponer que podríamos llamar con nombres absurdos pero absolutamente nuestros a otras personas. Hemos dejado que los días pasen mientras encajamos nuestra decisión en esto que es nuestro nuevo presente.
Tu vida ya es sólo tuya. Y la mía...no sé muy bien de quién.
sábado, 11 de julio de 2009
AZUL OSCURO
Te miro azul intenso esperando que leas mis pensamientos, aquellos que dejé en tu sofá y que parecen haberse perdido entre los cojines. Me miras oscuro y desgarrador preguntándome qué pienso, y te miento, te miento de nuevo; me invento cualquier argumento sobre la vida mientras pienso que tienes las respuestas en tu salón desde la primera noche en vela.
Me acaricias como si tus manos no ardieran sobre mi piel. Te rozo disimuladamente como si no me temblara el pulso al descubrir los grados de tu brazo.
Me susurras un "gracias", y un "hasta luego", y un "nos vemos entonces la semana que viene?"
[Si yo sólo quiero quedarme sentada en este lado del coche y que me lleves a tu casa, que revolvamos los cojines de tu sofá, y descubras lo que estaba pensando desde el primer latido entres tus piernas; que nos perdamos entre las sabanas de tu cama infinita y nos clavemos miradas azules oscuras frágiles y desgarradoras, que nos quememos la piel y congelemos las entrañas]
Pero en vez de esto sólo te diré "de nada", y "hasta luego", y "ya veré si puedo la semana que viene", y me alejaré imaginándote descubriendo todo lo que dejé entre los huecos de tu sofá; volviendo a la puerta de mi casa para buscarme y mirarme oscuro y desgarrador a mi azul intenso mientras me dices "yo estaba pensando lo mismo".
Me acaricias como si tus manos no ardieran sobre mi piel. Te rozo disimuladamente como si no me temblara el pulso al descubrir los grados de tu brazo.
Me susurras un "gracias", y un "hasta luego", y un "nos vemos entonces la semana que viene?"
[Si yo sólo quiero quedarme sentada en este lado del coche y que me lleves a tu casa, que revolvamos los cojines de tu sofá, y descubras lo que estaba pensando desde el primer latido entres tus piernas; que nos perdamos entre las sabanas de tu cama infinita y nos clavemos miradas azules oscuras frágiles y desgarradoras, que nos quememos la piel y congelemos las entrañas]
Pero en vez de esto sólo te diré "de nada", y "hasta luego", y "ya veré si puedo la semana que viene", y me alejaré imaginándote descubriendo todo lo que dejé entre los huecos de tu sofá; volviendo a la puerta de mi casa para buscarme y mirarme oscuro y desgarrador a mi azul intenso mientras me dices "yo estaba pensando lo mismo".
BRINDIS
Te invito si tú quieres a otra copa de vino y a volver a prácticar la sinceridad que siempre nos concedimos. Vamos a hablar a media luz, en este sofá sólo hay hueco para verdades, olvídate de miedos e intenciones. Vamos a beber por cada pregunta que guardo sin repuesta. Lo sé, sé que algunas ya te las he hecho antes. Me arriesgaré a que sigan sin respuesta, o peor aún, me arriesgo a que digas algo. Para entonces espero haberme bebido hasta el último sorbo y que anestesiada por el vino no me hagan tanto daño. Mañana amaneceré dolorida y magullada, pero ya no tendré preguntas sin respuesta a las que aferrarme en los malos ratos.
Así que abro mi botella de vino, alzo la copa y doy mi primer trago:
por qué quisimos saborearnos las muñecas
y compartir los insomnios de madrugadas demasiado cortas
por qué nos descubrimos sin reservas
y nos enredabamos con piel, huesos y sudor
cada noche, cada tarde, cada mañana sin remedio
por qué decidiste dibujar otros muslos
y yo inventarme que ya no te recordaba
por qué creiste que fín era una buena palabra
y yo que adiós era hasta luego
por qué todavía necesitamos respirarnos al oído
y rozarnos la piel
por qué nos seguimos clavando la mirada
intentando adivinar los silencios
por qué hoy nos despedimos hablando bajito
y nos buscamos los días nublados.
por qué me sigues encontrando
por qué todavía te adivino
por qué ya no esperas nada de mí
Por qué aún así le busco sentido
por qué no me dices qué hago yo aquí,
y por qué tú tampoco te has ido.
(Estoy borracha y abatida esperando sólo un abrazo que responda todas mis preguntas, pero es tu turno y no sé si podré soportalo. Voy a por otra botella de vino ya sea para brindar por los dos, o para ahogarme en el desamparo).
Así que abro mi botella de vino, alzo la copa y doy mi primer trago:
por qué quisimos saborearnos las muñecas
y compartir los insomnios de madrugadas demasiado cortas
por qué nos descubrimos sin reservas
y nos enredabamos con piel, huesos y sudor
cada noche, cada tarde, cada mañana sin remedio
por qué decidiste dibujar otros muslos
y yo inventarme que ya no te recordaba
por qué creiste que fín era una buena palabra
y yo que adiós era hasta luego
por qué todavía necesitamos respirarnos al oído
y rozarnos la piel
por qué nos seguimos clavando la mirada
intentando adivinar los silencios
por qué hoy nos despedimos hablando bajito
y nos buscamos los días nublados.
por qué me sigues encontrando
por qué todavía te adivino
por qué ya no esperas nada de mí
Por qué aún así le busco sentido
por qué no me dices qué hago yo aquí,
y por qué tú tampoco te has ido.
(Estoy borracha y abatida esperando sólo un abrazo que responda todas mis preguntas, pero es tu turno y no sé si podré soportalo. Voy a por otra botella de vino ya sea para brindar por los dos, o para ahogarme en el desamparo).
jueves, 9 de julio de 2009
ESCLAVITUD
A tientas, atada de pies y corazón,
me siento esclava de sus "debes",
de tus "quieres?",
y de mis ganas.
Esclavitud (RAE):
1. f. Estado de esclavo.
2. f. Sujeción rigurosa y fuerte a las pasiones y afectos del alma.
3. f. Sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación.
4. f. Hermandad o congregación en que se alistan y concurren varias personas a ejercitarse en ciertos actos de devoción.
me siento esclava de sus "debes",
de tus "quieres?",
y de mis ganas.
Esclavitud (RAE):
1. f. Estado de esclavo.
2. f. Sujeción rigurosa y fuerte a las pasiones y afectos del alma.
3. f. Sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación.
4. f. Hermandad o congregación en que se alistan y concurren varias personas a ejercitarse en ciertos actos de devoción.
martes, 7 de julio de 2009
Soy...
...demasiado reflexiva para el que no quiere pensar,
demasiado alocada para quien no se deja llevar.
Inútilemente coherente para quien sólo usa la piel
y más que muy incongruente para el que mide antes de hacer.
Soy activa para los lectores empedernidos,
una estatua para el que no encuentra nunca su camino.
Soy el recuerdo evaporado de la lluvia de verano,
las caricias ausentes que traspasan la mente.
Los besos robados en el portal,
la que no calla cuando no quieres hablar.
Soy el punto final seguido de mil palabras,
la que nunca se quiere ir
y te busca hasta debajo de su almohada.
Soy sentimientos razonados emocionalmente controlados,
la que te abraza mientras duda si te quiere,
la que te adora cuando me hieres.
Soy tormentas sobre el mar,
y arena de un desierto para asfaltar.
Soy la nada que me traga.
La que desearía morir siendo aspirada.
La que te regala la piel, la que conserva tu olor,
la que no olvida tus palabras,
la que colecciona miradas.
Soy temerariamente responsable,
la que sucumbe a los detalles.
Me apago ante cada estrella,
y despierto las noches de luna llena
La que no deja de soñar,
la que esta harta de imaginar.
Soy volcán dormido por tus ayeres desvanecidos.
La que no te olvida,
la que te llora,
la que todavía te siente
la que siempre te añora.
demasiado alocada para quien no se deja llevar.
Inútilemente coherente para quien sólo usa la piel
y más que muy incongruente para el que mide antes de hacer.
Soy activa para los lectores empedernidos,
una estatua para el que no encuentra nunca su camino.
Soy el recuerdo evaporado de la lluvia de verano,
las caricias ausentes que traspasan la mente.
Los besos robados en el portal,
la que no calla cuando no quieres hablar.
Soy el punto final seguido de mil palabras,
la que nunca se quiere ir
y te busca hasta debajo de su almohada.
Soy sentimientos razonados emocionalmente controlados,
la que te abraza mientras duda si te quiere,
la que te adora cuando me hieres.
Soy tormentas sobre el mar,
y arena de un desierto para asfaltar.
Soy la nada que me traga.
La que desearía morir siendo aspirada.
La que te regala la piel, la que conserva tu olor,
la que no olvida tus palabras,
la que colecciona miradas.
Soy temerariamente responsable,
la que sucumbe a los detalles.
Me apago ante cada estrella,
y despierto las noches de luna llena
La que no deja de soñar,
la que esta harta de imaginar.
Soy volcán dormido por tus ayeres desvanecidos.
La que no te olvida,
la que te llora,
la que todavía te siente
la que siempre te añora.
viernes, 3 de julio de 2009
MECIENDO NOTAS DEL DÍA
El viento me revuelve el pelo y las ideas que se adormecieron a 34º en la sombra.
Me balanceo inquieta buscando relajar mi paseo sin rumbo, y me detengo cuando tiembla el suelo esperando escuchar algo. Aunque esto no tenga sentido.
La oscuridad me visita con don cansacio y doña claridad peleandose por traer el mejor vino, terapia de conversaciones inconexas y resabidas, siempre confusamente liberadoras.
Las notas se entrelazan para alojarse en mis tímpanos y observar cada latido que replica apasionadamente a la piel, las entrañas y las razones expuestas a estas horas del día ya casi terminado.
Se me seca la garganta y se me hincha el estomago. Al norte el desierto, en el centro el oceáno, y al sur la posibilidad de cambiar el itinerario.
Sólo es una noche cualquiera de verano, un viernes de julio sentada en mi mecedora columpiándome entre ideas, sensaciones y unos cuantos acordes que siempre habitan mis días.
Me balanceo inquieta buscando relajar mi paseo sin rumbo, y me detengo cuando tiembla el suelo esperando escuchar algo. Aunque esto no tenga sentido.
La oscuridad me visita con don cansacio y doña claridad peleandose por traer el mejor vino, terapia de conversaciones inconexas y resabidas, siempre confusamente liberadoras.
Las notas se entrelazan para alojarse en mis tímpanos y observar cada latido que replica apasionadamente a la piel, las entrañas y las razones expuestas a estas horas del día ya casi terminado.
Se me seca la garganta y se me hincha el estomago. Al norte el desierto, en el centro el oceáno, y al sur la posibilidad de cambiar el itinerario.
Sólo es una noche cualquiera de verano, un viernes de julio sentada en mi mecedora columpiándome entre ideas, sensaciones y unos cuantos acordes que siempre habitan mis días.
MUJER DE ROJO SOBRE FONDO NEGRO
Son las cuatro de la tarde y estoy borracha, ebria, perjudicada, o cualquier otro sinónimo que pueda definir mi decisión y consecuencia de estrenar mis copas de vino (igual debería señalar que todavía no he comido, y esto también influye).
Tengo una sensación rara. Es una mezcla de confort y patetismo. Algo parecido a lo que siempre me ha evocado el cuadro que cuelga en una de las paredes de mi salón, en el que se dibuja una mujer vestida de rojo sobre fondo negro, sola frente a un vaso y una botella. A juzgar por su expresión le pesa la vida, o quizás tan sólo la última conversación.
Mi copa de vino, mi ordenador, mi cuaderno, un cigarro y esta letra indefinida que choca con mi imagen de solidez, de ideas claras y paso firme.
Ésta soy yo.
Tengo una sensación rara. Es una mezcla de confort y patetismo. Algo parecido a lo que siempre me ha evocado el cuadro que cuelga en una de las paredes de mi salón, en el que se dibuja una mujer vestida de rojo sobre fondo negro, sola frente a un vaso y una botella. A juzgar por su expresión le pesa la vida, o quizás tan sólo la última conversación.
Mi copa de vino, mi ordenador, mi cuaderno, un cigarro y esta letra indefinida que choca con mi imagen de solidez, de ideas claras y paso firme.
Ésta soy yo.
jueves, 2 de julio de 2009
UN MARCIANO VERDE Y CON ANTENAS
Tengo la mala costumbre de creer que mañana por fin haré todo lo que he ido postergando cada día de esta semana. Tengo la mala costumbre de decir "esta noche te llamo" cuando sé que es más que probable que esta noche no te llame, y puede que mañana tampoco. De mirarme en el espejo todos los días esperando encontrar hoy, porque sí, eso que siempre he querido ver. De asegurarme cada mañana, cuando suena el despertador e intento incorporarme no siempre con éxito, que esta noche me iré antes a dormir. De prometerme que la próxima vez podré dejarme llevar, por lo menos un ratito, y creer que soy capaz de controlar mis pensamientos y sentimientos.
Tengo la mala costumbre de convencerme a mí misma de que a partir de mañana voy a mantener mi casa ordenada mientras lanzo los zapatos a cualquier rincón de la habitación y alzo montañas de ropa en mi butaca. La mala costumbre de tener 5 libros en la mesilla que leo desordenadamente, y luego nunca sé de qué libro era ese texto que pude sentir en mi propia piel (aunque me prometa que los voy a marcar, porque esto tampoco consigo hacerlo; mañana lo hago seguro).
La mala costumbre de dormirme con una sonrisa pensando en imposibles y de reconocerme/te en todas las canciones que me gustan (incluso en algunas que no me gustan), y que escucho incesantemente hasta agotarlas. De creer en el amor incondicional: ese que hoy sabe que es para siempre y que su honestidad le hace incapaz de prometerte mañana. De aferrarme a la esperanza de que un día, de repente, te des cuenta de que te has equivocado, o que me descubras de verdad (suponiendo que esto es bueno, claro), y decidas que quieres tenerme a tu lado.
Tengo la mala costumbre de pensar que igual la gente se toma la molestia de ver qué hay detrás de esta apariencia de fortalezas y seguridades, y de esforzarme por conocer un poco más a gente que sé que no valoran que quieras llegar a ellos, y aún así seguir desilusionándome cuando esto ocurre.
Tengo la mala costumbre de no dejar ni un sólo día de pensar en ti, aunque sea un segundo (que, sinceramente, siempre es más), y divagar durante horas entre ideas tontas y muy razonables para finalmente rendirme ante cualquier conclusión y marcharme otra vez tarde a la cama, leer (hoy toca el de relatos cortos de Roberto Bolaño ¿o ese lo leí ayer?), apagar la luz y encender la música para volver a reconocerme/te en esas canciones que tanto me gustan y que no dejo de escuchar incesantemente, mientras sonrío con mis imposibles pensando que que estas malas costumbres desaparezcan es tan improbable como que mañana un marciano verde y con antenas me traiga el desayuno a la cama.
Tengo la mala costumbre de convencerme a mí misma de que a partir de mañana voy a mantener mi casa ordenada mientras lanzo los zapatos a cualquier rincón de la habitación y alzo montañas de ropa en mi butaca. La mala costumbre de tener 5 libros en la mesilla que leo desordenadamente, y luego nunca sé de qué libro era ese texto que pude sentir en mi propia piel (aunque me prometa que los voy a marcar, porque esto tampoco consigo hacerlo; mañana lo hago seguro).
La mala costumbre de dormirme con una sonrisa pensando en imposibles y de reconocerme/te en todas las canciones que me gustan (incluso en algunas que no me gustan), y que escucho incesantemente hasta agotarlas. De creer en el amor incondicional: ese que hoy sabe que es para siempre y que su honestidad le hace incapaz de prometerte mañana. De aferrarme a la esperanza de que un día, de repente, te des cuenta de que te has equivocado, o que me descubras de verdad (suponiendo que esto es bueno, claro), y decidas que quieres tenerme a tu lado.
Tengo la mala costumbre de pensar que igual la gente se toma la molestia de ver qué hay detrás de esta apariencia de fortalezas y seguridades, y de esforzarme por conocer un poco más a gente que sé que no valoran que quieras llegar a ellos, y aún así seguir desilusionándome cuando esto ocurre.
Tengo la mala costumbre de no dejar ni un sólo día de pensar en ti, aunque sea un segundo (que, sinceramente, siempre es más), y divagar durante horas entre ideas tontas y muy razonables para finalmente rendirme ante cualquier conclusión y marcharme otra vez tarde a la cama, leer (hoy toca el de relatos cortos de Roberto Bolaño ¿o ese lo leí ayer?), apagar la luz y encender la música para volver a reconocerme/te en esas canciones que tanto me gustan y que no dejo de escuchar incesantemente, mientras sonrío con mis imposibles pensando que que estas malas costumbres desaparezcan es tan improbable como que mañana un marciano verde y con antenas me traiga el desayuno a la cama.
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