Vamos a sentarnos en este abismo. Que la ciudad se pierda en nuestra nuca y el olvido emborrache nuestros miedos. Ven, siéntate aquí, y mira, mira todo esa inmensidad que se balancea libre y valiente ante el mundo; escucha el silencio que se perfila con nuestros hombros…todo esto, ahora, es para ti y para mí. Alza un dedo al cielo y rasga con él el horizonte hasta encontrar el trozo de tierra en el que detenernos a levantar un nosotras sin paredes, ni cemento, con vistas a mis pies y a tu nariz. Ahora cierra los ojos, quiero que te vuelvas a dormir entre los susurros del viento que dejaron de habitar nuestras calles de Madrid; viento que barre palabras y miradas que en verdad no dicen ni miran más allá de los barrotes de sus ventanas. En medio de esta nada quiero que me mires, que te acerques, que me roces sin importar si habrá alguien alrededor, que te sientas libre para decir qué quieres, para sentir como sientes y que nadie tenga que sufrir. Ven siéntate a mi lado, al borde de este abismo que he inventado para ti, deja que tus manos celebren con mi ombligo que tenemos todo esto que hoy podemos compartir.
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