Soy incapaz de oír mi propio ritmo cardíaco.
Llegué a pensar que había dejado de latir,
y no fui la única.
Era curioso, porque en cambio seguía viviendo,
y lo que es aún más importante, amando.
La verdad no me preocupé mucho,
siempre tuve esta manía de poner TODO en palabras.
Soy emocionalmente sorda.