Hoy ha venido a visitarme el fantasma del noviembre pasado.
La verdad es que en un principio habría jurado que no era el mismo, pero todavía, de vez en cuando, asomaba algo en sus ojos que confirmaba que era él. Ahí detrás sigue estando la misma energía, sólo que ahora revolotea otros dormitorios.
Como todo buen fantasma su aparición me ha dejado algo confusa: ese regusto que deja una buena dosis de realidad mezclada con lo que un día fueron ilusiones, las mejores, y la tristeza de los recuerdos que ya no erizan la piel.
No os equivoquéis. Él no es un fantasma de sábanas y cadenas. La que arrastra semejante lastre soy yo.
Él sólo es el fantasma de aquel noviembre.
Fuimos noviembre.
Sólo eso.
La verdad es que en un principio habría jurado que no era el mismo, pero todavía, de vez en cuando, asomaba algo en sus ojos que confirmaba que era él. Ahí detrás sigue estando la misma energía, sólo que ahora revolotea otros dormitorios.
Como todo buen fantasma su aparición me ha dejado algo confusa: ese regusto que deja una buena dosis de realidad mezclada con lo que un día fueron ilusiones, las mejores, y la tristeza de los recuerdos que ya no erizan la piel.
No os equivoquéis. Él no es un fantasma de sábanas y cadenas. La que arrastra semejante lastre soy yo.
Él sólo es el fantasma de aquel noviembre.
Fuimos noviembre.
Sólo eso.
3 comentarios:
Siempre escribes cosas preciosas, pero porque son tristes. Me ha encantado esta historia particularmente :)
Fueron lo que fueron!
Un besote tía.
Son tristes porque ya se han acabado y la melancolía siempre deja ese regustillo a tristeza y añoranza. Pero en su momento, Noviembre, fue increible. Eso que me llevé...
Mil gracias por seguir ahí.
Yo os leo siempre, siempre, siempre.
Besos.
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