Uno siempre escribe con la esperanza de volcar parte de su Yo en cada palabra que dibuja. De enfrentarse precisamente a eso, y hacerlo real, hacerlo existir (porque algo que no ve la luz es no nato, y por lo tanto, nunca ha sido ni será). Pero uno también sueña con que haya alguien al otro lado que pueda y, sobre todo, quiera compartirlo y reconocerse en tus ayeres, en tu piel. Alguien a quien, por lo menos, le hayas aportado unos segundos de alguna vida, o un pequeño viaje a su propio ser.
No sé si podéis imaginar cuánto me gustaría descubrir una mañana (y más aún una noche) que alguien no sólo ha leído mis silencios y mis miedos, sino que los ha descuartizado y exprimido hasta encontrar unas gotas de su propia existencia. Gotas que evoquen un "me recuerda...", un "a mí me ocurrió...", o simplemente un "yo nunca...".
Este deseo podría ser egocentrismo, incluso vanidad, o sencillamente mis infinitas ganas de compartir mis fortalezas y debilidades.
Y aún a riesgo de pecar de ególatra y vanidosa, corriendo el riesgo de descubrir con ausencias que nada de esto ocurre, me muero por preguntar:
¿Hay alguien ahí?
(P.D. ¿Tiene sentido que siga aquí si no hay nadie al otro lado?)
2 comentarios:
Estamos aquí aunque no escribamos, pero estamos, y aunque no lo estuvieramos tiene sentido, escribir siempre tiene sentido, desahoga, revitaliza, te enseña, te da soluciones, te apacigua...
Siempre tiene sentido.
Gracias por pasarte por mi rinconcito.
Claro que hay alguien al otro lado...aunque a veces no nos veas...
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